Anuló dos goles legales a Bojan y Alves y se inventó el penalti blaugrana. El Barça sólo ha ganado 7 de 22 partidos con el colegiado cántabro.
Pérez Burrull se encargó de echar por el suelo de un plumazo las teorías conspiratorias que llegan desde la meseta. Lo hizo a cara descubierta, como en el oeste, impartiendo una justicia unidireccional hacia el Sevilla, siempre equivocándose a favor de los de Manolo Jiménez, ensañándose sin piedad con el equipo de Pep Guardiola. A lo grande, sin matices, sin disimulo.
El festival empezó pronto, guardándose una y otra vez las cartulinas amarillas cuando el color de la camiseta era el blanco. Sin embargo, no se lo pensó cuando vio el color blaugrana y el dorsal número 34 de Thiago. ¡Qué fácil! Más tarde cayeron Márquez, Milito, Chygrynskiy, Bojan y Maxwell.
Del Sevilla, pese a su extrema dureza, fueron amonestados Escudé, Navarro, Lolo y Palop. Dos tarjetas más para el Barça que para el Sevilla. Pero ni de largo estas decisiones sibilinas fueron las más graves de Pérez Burrull, que no tuvo suficiente con facilitarle el juego sucio a los hispalenses, sino que quiso seguir siendo protagonista negativo. Su primera gran decisión fue anular el gol de Bojan por una supuesta falta de Ibrahimovic sobre Konko, que ni siquiera la había protestado –más tarde anularía otro a Alves por un fuera de juego dudoso. Curiosamente, el propio sueco había recibido el mismo trato de Escudé dentro del área, pero, en cambio, ahí no vio penalty. Un criterio dudoso, como todo el que ayer utilizó.
Por si quedaban dudas, y tras el empate de Ibra, convirtió un agarrón de Chygrynskiy que fue claramente fuera del área en el penalty del 1-2. Si el cambio de ciclo no llega por sí solo, ya harán lo posible para que llegue. El orgullo que las Seis Copas ha creado en el entorno barcelonista es inversamente proporcional a la rabia que se ha sufrido en otras latitudes.
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